El poder transformador de la música

El poder transformador de la música

Por: Bonnie Medina

La música nos acompaña en todo momento, desde antes de nacer, cuando estamos en el
vientre materno nos mece el latido del corazón de nuestra madre y su voz hace parte del
entorno seguro en el que habitamos los nueve meses de gestación. Por eso, durante
nuestra infancia es más fácil conectarnos con la música, se nos da con naturalidad y
estamos mas abiertos a recibir su vibración, eso sucede porque aún no hemos recibido
mucha programación limitante de parte del entorno.

A medida que crecemos nos vamos llenando de condicionamientos y nuestra percepción
cambia, pero hay algo innegable acerca de la música y es su capacidad de llegar al alma,
a la de todos. Porque la música no pelea con nadie, no tiene lenguaje, no discrimina, llega
directo al corazón, mueve nuestras emociones y en consecuencia nuestra psique.

Cada quien, su música

La onda que emite la voz humana o cualquier instrumento específico tiene un efecto medible que “pega” contra las paredes de los objetos o personas y cada quien, de acuerdo a su personalidad, creencias, oído, imaginario simbólico, etc., percibe y es afectado anímicamente de manera distinta.

La melodía es nuestra primera forma de comunicación porque cuando somos bebés no solo estamos conectados a través del cordón umbilical o los huesos sino que, al escuchar a nuestra madre, su voz es lo único que nos calma y da seguridad. Más adelante al ir creciendo, vamos definiendo nuestros intereses y gustos y la música que escuchamos marca en gran manera nuestra personalidad. Las canciones, los artistas, las letras o los ritmos nos acompañan en los momentos más importantes de nuestra vida y se convierten en nuestra banda sonora personal.

Impacto

El efecto que puede tener la música en nuestra vida pasa por diferentes facetas y así como sencillamente puede ayudarnos a cambiar de ánimo, puede también generar un impacto social. Por eso a nivel pedagógico su enseñanza se utiliza en escuelas o colegios de comunidades vulnerables para alejar a niños y jóvenes de los vicios y conductas nocivas que aprenden en la calle. Al acercarse a la música, encuentran un sentido distinto en sus vidas y empiezan a utilizar el tiempo de manera lúdica y productiva.

Por otro lado, la música puede ser utilizada a nivel terapéutico. De acuerdo al contenido simbólico de la mente, se mueven conceptos, creencias y se producen cambios vibracionales en nuestro cuerpo y en las emociones que estemos atravesando: por ejemplo, es posible manejar los afectos a través de las distintas tonalidades de la música como en la Sexta sinfonía de Beethoven identificada como la “tonalidad de la esperanza” ó el Himno de la Alegría conocido como “La tonalidad de la Fraternidad”, porque siempre tienen ese efecto en el público que las escucha.

La frecuencia original

Otro ejemplo de las posibilidades curativas de la música son las frecuencias llamadas “Solfeggios”. Estas frecuencias eran originalmente usadas en los cantos gregorianos, tales como el Himno a San Juan Bautista. Se creía que cuando se impartían estos cantos se daba una bendición y gracias especiales que ayudaban al desenvolvimiento de los rituales cristianos.

Incluyen seis frecuencias que se modificaron con el tiempo al incluir las notas Si y Do y además se comenzó a afinar la nota La a 440 Hz por segundo, cuando en aquel momento se trabajaba a 415 Hz. Poco a poco se fue cambiando y nos separamos de la frecuencia original y sus efectos.

Cada frecuencia está relacionada con la sanación de una emoción particular así:

UT (396 Hz) Frecuencia para liberar el miedo y la culpabilidad.
RE (417 Hz) Frecuencia para deshacer las situaciones y facilitar el cambio.
MI (528 Hz) Frecuencia para la transformación y los milagros. Reparación del ADN.
FA (639 Hz) Frecuencia para la conexión y las relaciones.
SOL (741 Hz) Frecuencia para el despertar de la intuición.
LA (852 Hz) Frecuencia para volver al orden espiritual.

Esta información fue tergiversada a través del tiempo, y dejó de ser un conocimiento
aceptado o abiertamente divulgado pero, lo cierto es que se utiliza en algunos procesos y
espacios de terapia.

Aprovechar la música en nuestra vida

El poder transformador de la música es pues innegable e influye en nuestra bioquímica
corporal, en nuestro campo mental y, de manera muy directa y particular, en nuestras
emociones.

Es la herramienta con la que contamos en nuestra cotidianidad para alcanzar y mejorar
nuestro bienestar. Por eso, podemos escuchar lo que “suena” pero, investigar y elegir la
música que nutre nuestro entorno siendo conscientes de su importancia, hace que
podamos lograr un entorno de Plenitud y Armonía.

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